¿Por qué? ¿Por qué siento esta angustia en el pecho? No hay motivos. No hay razones por las que llorar. Y, aún así, las lágrimas insisten en cubrir mis mejillas, empañar mis ojos y romper mi alma.
Dulce depresión; encerrarse y no salir al mundo exterior, aquel que tanto miedo me da.
Nada importa, ¿para qué? Nada tiene sentido. Todos se han ido. Nadie llega a comprenderme; nadie se molesta en querer comprenderme. Bueno, tal vez ahí mienta...

¿Para qué esforzarme, entonces? No tendré con quién compartir mi inmortalidad.
Estaré sola hasta el fin de mis días, hasta el fin del mundo.
A no ser, que termine con mi vida.
Pero, para ello, tendría que encontrarla, y matarla a ella también. Mi pequeña... y dulce hermanita. No sería justo. Ella no se lo merece.
me mata como escribís., aunque no hay forma de que entiendas bien este blog me ayudo mucho me hizo pensar muchas cosas en resumen reflexionar un poco., gracias u_u saludos
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