Empezó a sollozar, aliviada de que Daniel la hubiera atrapado y la hubiera salvado. Nunca, por muchas vidas que hubiera vivido, lo había amado tanto como en ese momento.
-¿Estás bien? -susurró Daniel con voz suave y los labios muy cerca de los de ella.
-Sí. -Luce oía el batir de sus alas-. Me has cogido.
-Yo siempre te cogeré cuando caigas.
OSCUROS. El poder de las sombras.

"Yo siempre te cogeré cuando caigas".
Sus labios y su ceño se fruncen, mientras intenta ponerle voz, melodía, banda sonora, a la frase. Pero no hay manera. Ese "siempre" no cuadra. No en su cabeza.
¿Desde cuándo se hacían promesas tan claras y precisas? Ese tipo de promesas siempre terminan rotas...
Pero claro, aquello era una novela. ¿No es en las novelas y en las películas dónde siempre "viven felices y comen perdices"? En la vida real todo es distinto...
Suavemente, sesga su cabeza hacia un lado, cayendo por inercia sobre el blando colchón. Sus piernas, anteriormente cruzadas, se encogen, rodeadas por los brazos de la muchacha. Sus labios se entreabren, mientras una melodía suena en su cabeza, y sale de su boca; quizá menos bella, pero más sentida...