02 febrero, 2012

Garu; diamante en bruto, dios desterrado.


Cuenta una antigua leyenda india que, hace ya muchísimo tiempo, en esos momentos en que el hombre se cobijaba aún en las entrañas de la Tierra, nació un niño, algo particular.
Sus ojos, de un esmeralda intenso, reflejaban una ira y, a su vez, un miedo que pocas criaturas recién nacidas, por no decir ninguna, eran capaces de transmitir. Su piel, bañada de una serie de manchas, escrituras desconocidas para el hombre de esos tiempos, asustaba a todo ser que las veía.
El pequeño dios, desterrado por la cantidad de maldad que albergaba su corazón, creció acumulando el odio y el desprecio de las miradas y susurros que le rodeaban.
Condenado a morir, siempre joven y, cada vez, más malvado, y a reencarnarse, una y otra vez, en cuerpos y mentes cada vez más despiadados... Hasta que la oportunidad de ablandar su frío corazón se decidió a llegar.
La última vez que falleció, era un muchacho de apenas veinte años. Ahora, se mueve a cuatro patas. Busca a su acompañante, una muchacha, algo especial, que conoció al poco tiempo de nacer en su nuevo cuerpo, el de un tigre de Bengala, grande y majestuoso.
Es ella su salvación, su vía de escape...



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