28 febrero, 2012

Pick me up.

Los rayos dorados del sol se reflejaban en el agua cristalina y calentaban la blanquecina arena del lugar. Tumbado cerca de la orilla, un majestuoso tigre fija sus particulares ojos esmeralda en el horizonte. A su lado, aturdida, y pálida de nuevo, Nokomis se humedece el rostro, exhausta, aunque tranquila y feliz.

-No te pongas así -El animal observa de reojo a su nueva compañera y vieja conocida-. Estoy bien. En unas horas me encontraré mejor.

La sonrisa de la joven no tranquiliza a su nuevo amigo, que se acerca a ella y le ayuda a incorporarse.

-Al final no ha sido tan difícil sacarte de ahí -Se atusaba el pelo, completamente negro de nuevo. Un suspiro escapa de entre sus labios, mientras, como si de un truco de magia se tratase, saca de entre su largo, y ahora suelto, cabello, un lazo negro-. Esto es para ti.

Con una pequeña y débil sonrisa, toma una de las patas delanteras del felino y ata el lazo a la misma, que se funde entre su pelaje como si formara ya parte de él.
Es en ese momento cuando un susurro llega a oídos de la morena. Una voz gutural, masculina y autoritaria, pero, a la vez, con un toque mal disimulado de ternura.

"El que debería darte las gracias tendría que ser yo, ya que tú has sido la que me ha sacado de ese horrible lugar..."

Los ojos achinados de ella se agrandan, mostrando un leve destello de curiosidad. No era la primera vez que un animal le hablaba, no había más que ver a su amigo Will, un alocado jaguar que podía adoptar forma humana. Pero aquello era diferente. Aquella voz, que había sonado en su cabeza como una caricia, le atraía con una magia que nunca antes había sentido.
Simplemente sonrió y se abalanzó sobre el tigre, achuchándolo entre sus brazos, todavía un poco tostados, y también débiles.

-¡Sabía que eras especial! ¡¿Pero cómo es todo esto posible?! Seguro que no eres un tigre normal y corriente, ¡porque vamos! Los tigres no hablan. ¡Y yo poderes no tengo!

Una risilla sonó en algún recoveco de la mente de Key.

"Puedes llamarme Garu. Y, si aprendes a controlar esos impulsos que te dan, y en los que no paras de hablar, te cuento mi historia, Nokomis."

La muchacha aguantó la respiración, algo infantil, cosa que hizo que se mareara, teniendo en cuenta lo débil que se encontraba en esos momentos.
Se tumbó en la arena, pero sin dejar de mirar a su nuevo amiguito, Garu, quien le relató su historia, en un suave susurro.



"Ahora estás agotada, y todo por ayudarme. Deja que yo vaya a buscar ayuda. Y no te preocupes, traeré a alguien de confianza."

Lo último que vio la morena antes de cerrar los ojos y quedar inconsciente, fue el hocico de Garu, su nuevo aliado, un dios que, sin saber muy bien porqué, había terminado llegando a ella.



25 febrero, 2012

¿Qué yo es yo? | (Puntos a aclarar)


Tras encontrar una fotografía de cuando era pequeña...
...Key quiere volver a ser ella. La que era antes de los experimentos.
Eso... es fácil de explicar. Ahora, viene lo complicado.

El programa que está instalado en Key, es una masa líquida, negra como el carbón, algo más densa que el agua, y que reside en la mayor parte de su cerebro, en su cabello (motivo de que sea negro, y de que pueda moverlo a su antojo) y en su ojo derecho (motivo por el que es morado).
Mientras pasan los años, Key va recordando sucesos, detalles, información...
Descubrió que, cuando su cuerpo está a punto de desangrarse, este líquido negro (causante también de que los lazos de amistad que entrega, una parte de su alma, sean negros) se esparce, hasta llegar a sustituir su sangre. A causa de ello, su pelo vuelve a su color natural, el rubio, aunque algo más claro, y sus ojos vuelven a ser ambos verdes. Pero, claro, su piel pierde ese color rosado, para pasar a un moreno tostado, pues su "sangre" ya no es roja, sino negra.

Como, desde que encontró aquella fotografía, está empeñada en volver a ser la que era, se hará cortes, todos los que hagan falta, para expulsar la sangre de su cuerpo, y así su físico vuelva a ser el que era, más o menos.

Claro está, que no dura por mucho tiempo. Pasados unos días, cuando ha vuelto a alimentarse y a beber la cantidad de líquido suficiente, su cuerpo volverá a producir glóbulos rojos, por lo que su aspecto volverá a ser el de siempre.
Por esa razón, tendrá temporadas.

Mientras el programa esté esparcido, perderá sus poderes. TODOS sus poderes. Pero no volverá aquel poder de leer la mente que poseía anteriormente.

Así es, y así será, su "verdadero yo".


Momento de equilibrio entre sangre y programa.


El programa tiene "vida propia", por decirlo de alguna manera. Tal y como he dicho, sustituye a la sangre de Noko en un apuro. Pues igualmente, en caso de emergencia extrema, el programa se volverá a expandir hacia su cráneo, su cabello y demás. De esa manera, tendrá la posibilidad de huir teletransportándose.
Claro está que habrá inconvenientes, ya que sería como si perdiese el cincuenta por ciento de su sangre de golpe. Así que estará débil e indefensa, pero lejos del peligro por el cual haya tenido que teletransportarse.

La palabra libertad empieza por L, sí, de lucha.


Los días pasaban, el frío azotaba y el zoo seguía con su rutina; aquella joven no volvió a aparecer, por lo que la guardia de aquellos tigres de Bengala descendió, hasta el punto en que ya nadie los vigilaba apenas.

Pero Key no había cesado en su intento de sacar a su amigo de aquel lugar.

Las nubes parecían querer dar un respiro dejando salir el sol, que iluminaba ya de buena mañana la ciudad. Entre muchos turistas y familias aprovechando el sábado, se encontraba una joven, de piel ligeramente bronceada, en contraste con los demás rostros, pálidos por el invierno.
La muchacha se dirige, decidida, a la jaula de los tigres, al mismo tiempo que se coloca mejor la capucha de su sudadera, violeta, algo clara pero poco llamativa. La inquietud de uno de los animales al sentir la presencia de Key saca una sonrisa a nuestra protagonista.

-Te dije que no te abandonaría, ¿recuerdas? -Guardaba las distancias, sin querer llamar demasiado la atención; su objetivo era pasar por una admiradora más de aquellas criaturas hasta que llegase el momento preciso- He tenido que hacerme un poco de daño para poder venir -Tuerce los labios al recordar los cortes, la sangre, y aquella masa viscosa recorriendo sus venas-, pero merece la pena si así puedo sacarte de aquí.


Nokomis clavó sus dos ojos verdes en los del tigre, al mismo tiempo que se acercaba a la verja, acortando poco a poco la distancia que les separaba.

-Siento haberte hecho esperar, pero necesitaba encontrarme en equilibrio para poder hacer esto...

Ya no había separación alguna entre ambos; a medida que había hablado, había alargado uno de sus brazos, para acariciar una vez más el hocico del animal. Las cámaras de seguridad centraron su atención en ella, en la capucha que ocultaba su cabello, en su piel tostada, en sus ojos esmeralda... Una chica desconocida, que nunca antes había pisado el parque, o, al menos, eso sería lo que todo el mundo creería y daría por supuesto.
Sonrió, inclinándose para besar la frente del tigre, que asomaba entre las rejas, y, acto seguido, ambas figuras desaparecieron del lugar.

02 febrero, 2012

Garu; diamante en bruto, dios desterrado.


Cuenta una antigua leyenda india que, hace ya muchísimo tiempo, en esos momentos en que el hombre se cobijaba aún en las entrañas de la Tierra, nació un niño, algo particular.
Sus ojos, de un esmeralda intenso, reflejaban una ira y, a su vez, un miedo que pocas criaturas recién nacidas, por no decir ninguna, eran capaces de transmitir. Su piel, bañada de una serie de manchas, escrituras desconocidas para el hombre de esos tiempos, asustaba a todo ser que las veía.
El pequeño dios, desterrado por la cantidad de maldad que albergaba su corazón, creció acumulando el odio y el desprecio de las miradas y susurros que le rodeaban.
Condenado a morir, siempre joven y, cada vez, más malvado, y a reencarnarse, una y otra vez, en cuerpos y mentes cada vez más despiadados... Hasta que la oportunidad de ablandar su frío corazón se decidió a llegar.
La última vez que falleció, era un muchacho de apenas veinte años. Ahora, se mueve a cuatro patas. Busca a su acompañante, una muchacha, algo especial, que conoció al poco tiempo de nacer en su nuevo cuerpo, el de un tigre de Bengala, grande y majestuoso.
Es ella su salvación, su vía de escape...